Mostrando entradas con la etiqueta Poemas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Poemas. Mostrar todas las entradas

sábado

Poema

 

SINÓNIMOS 

 

                                         A mi amiga

 

He vuelto a enamorarme de la luz
como un pintor adolescente.
Y no sé cómo sé, de pronto,
que donde digo luz digo tu nombre.



Poema

 

PROBLEMA DE VISTA


Empiezo a ver
más claro que aquel letrero
lo invisible.

Poema

 
FIN DE SEMANA ROMÁNTICO

(Capricho en tres tiempos)



Noche de viernes. Habla el hombre.

La luna sabe que ya somos libres.
Desnúdate.
Necesito que te desnudes.
Vengo cansado de buscar
la verdad que en tu cuerpo siempre encuentro.
Desnúdate
y no te vistas hasta el lunes.
Verás cómo entonces verás
de pronto más flores en tu vestido.

 

II

Tarde de sábado. Habla la mujer. 

Dame la mano. 
Voy a llevarte al bosque.
Dame la mano, ven, no seas tonto.
Haremos el amor donde nadie nos vea
y sentirás que somos uno con el mundo.
Y todo el bosque te confesará, mejor que mis palabras, 
cuánto te amo.


III


Mañana de domingo. Conversación. 

—Qué hermosa está dormida, Dios mío,
respirando despacio, tranquila.
Duerme, mi amor, duerme un poco más,
no hagas caso a los pájaros ni al sol.
—No estoy durmiendo:
estoy a gusto con los ojos cerrados
mirándote a los ojos
aquí dentro, donde un día lejano y feliz
nos habremos marchado
                                       para siempre.

Poema en prosa

 

FÁBULA

 

Este era el poema de un hombre que escuchando a unos pájaros se quedaba sin palabras pero con una música. 

Pasaron semanas y semanas. 

Este es el poema de un pájaro que escuchando a unos hombres ha perdido el canto. 

Pasarán, están pasando, semanas y semanas. 

Este será el poema de hombre que tras un largo silencio, escuchando a un pájaro que había dejado de cantar, pronunciará unas palabras definitivas.

Poema

 
METAPOEMA ENGAÑOSO

A veces, cuando pienso, convencido,
tener algo importante que decir,
no hallo las palabras
y enmudezco.
                      Y sin embargo hoy,
hoy que nada especial pensaba yo decir,
no he dejado de hablar ni un solo instante:
del dormitorio a la nevera,
de la nevera a la salita,
de la salita al hall,
las palabras me asedian y me cuentan
de sus cosas, y yo que las pronuncio
tan sólo soy testigo vacilante,
incapaz de cerrar la boca ante su empuje.
Fracasada en su intento de sellarla
con pañuelos y apósitos,
mi amiga se ha escapado al mercadillo
aburrida de mí.
Y allí le contará el caso a su prima
–una emisora provinciana
y pronto se sabrá en el mundo entero.
Entretanto,
mientras esto persista,
lo mejor será hacerme pequeño como un duende
y buscar escondite en algún cuento.

Poema en prosa

 

NOCHE DE SEPTIEMBRE 

 

Atento al canto de un grillo considerando que quizá sea el latido acompasado de esta noche, me veo incapaz, incapaz, incapaz de abrir la boca. No por pasmo, sino por prudencia: juraría que es en mis labios donde se encuentra ese artrópodo.

Poema

 

POEMA MEDITATIVO

 

Hace bien al espíritu
contemplar la puesta de sol.
Resulta en ocasiones
como si lo condujera a casa
tras haberse perdido, borracho
de tanto trajín, mental y físico.
Y los ojos, que quizá andaban
algo descolocados, de nuevo acogen
en pura comprensión; no sólo los sedantes
colores del cielo: también
el escarabajo, la mala hierba, la hormiga,
lo que menos gracia aparenta,
lo que eliminamos
del jardín. Porque entonces
                                          —quién lo diría—
es la belleza misma y no nosotros
quien desde ellos mira, quien se ve reflejada, 
quien se acepta, sin conflicto, como somos.


Poema

 

INTERIOR, TARDE

 

Genuinamente
la tarde le sonríe,
llena el cuarto de luz,
le facilita la labor
ahora que cose, luminosa también,
sentada junto a la ventana.

 

Llama a la puerta el pensamiento,
tantas veces oscuro
vendedor de vaguedades. 
                                      Abro y digo:
«no, gracias, buenas tardes». Y cierro con la grata
sensación de que todo, pese a todo, es como debe ser.

Poema

 

AQUÍ PASA ALGO

 

Pasa el río
Pasa un señor
Pasa una paloma
Pasa una muchacha con un perro
Pasa la brisa
Pasan tres señoras
Pasan cinco niños
Pasa un grupo de ciclistas no sé cuántos
iban rápido
Pasa un cura
Pasa una hormiga
Pasa una entrañable pareja de ancianos
Pasa otra hormiga
Pasa un drogodependiente con su mono
Pasan dos atletas
Pasa otra hormiga vaya
Pasa una niña pequeña pasa sola
dónde estarán sus papás
Pasan cosas que yo no sé
Pasa una sombra 
Pasa la mañana
Pasa un señor que se detiene a conversar
con el de la segunda línea ya de vuelta 
Pasan peces supongo por el río
Voy a asomarme

Poema

 

EL POETA SE VIENE ARRIBA

 

¡Qué dicha entrar en esta 
casa que se me entrega, cual amante solícita,
con todos sus enseres! 
                                   ¡Y qué dicha
notar, en plena calle, 
que jamás he salido, que es la vida mi casa
y que es uno la vida!

Poema

 
UN MISTERIO

                                   A mi amiga


Es un misterio
que todavía me aguantes.

Después de haber llovido tanto
debe de ser la lluvia,
únicamente la lluvia

la responsable.



lunes

Día lúdico


Este poema en cuatro secciones acaba de salir en Cuenca, en una muy elegante colección de mínimas plaquettes literario-plásticas. Casi imposibles de conseguir, pues de cada una se imprimen veinticinco ejemplares y hay veinte personas suscritas a la colección.

*

DÍA LÚDICO 


Jugador 1: Quiero y no puedo

Este día tan claro,
este vaso de luz
se me ha subido a la cabeza.

Cuánto quisiera, belleza del mundo,
celebrarte con un canto de borracho,
dejar que por tu cielo vuele
como bandada de pájaros mi voz.

Pero el canto, ay, no viene:
viene un silencio enorme
en forma de zapato oscuro, aplastante.


Jugador 2: Puedo y no quiero

Este día tan ingenuo,
este animal ajeno al artificio
me vuelve niño a ratos.

Yo podría, bondad del mundo,
creer que en ti se esconde
con cara de bruja la muerte.
Prefiero sin embargo ver
lo que estoy viendo:
los niños, mientras somos niños,
somos eternos.


Jugador 3: Ni puedo ni quiero

Este día tan alegre,
este cuadro colorista
me retrata levemente melancólico.

Yo no sé, verdad del mundo,
vivir sin corazón,
sin pensar,
sin escuchar allá a lo lejos,
allá..., allá..., violines que no existen.
Ni sé ni quiero saber: sería aún más triste.


Jugador 4: Quiero y puedo

Este día tan espléndido,
este repartidor de nadas
me ha traído una rosa.

Quiero, mundo, ofrecerte una página
digna de la verdad, de la bondad,
de la belleza que te queda.
                                                  Puedo
con tu ayuda lograr
que de la rosa permanezca en ella
al menos el recuerdo de su aroma.






Poema falsamente atribuido


Un amigo me informa de que este ENLACE una niña me atribuye la autoría de un poema que no escribí. No pasa nada, se ve que es un trabajo escolar, pero el poema con el que participé en aquel libro colectivo es el que dejo aquí debajo.


PALABRA DE ACTUALIDAD

El humano corazón
da con la piedra del pancismo,
encalla,
acostumbrado al dolor del prójimo
cercano,
y a contemplar la muerte,
y a contemplar el hambre,
y a contemplar la sangre,
impávido
ante las noticias televisadas.

Se sigue hablando de solidaridad.
Sí, Cabra,
principalmente
se sigue hablando.

Casi nadie hace nada.
Casi nadie echa una mano a los demás.

Y, mientras,
se ha muerto un niño.

No,
cientos,
miles de niños.

No,
millones
o billones de niños.

¿Qué hago aquí
lamentando esto mismo
si en el fondo yo
soy feliz?

Debiera salir a la calle.
Ahora mismo, sí,
debiera salir y abrazarme
a la primera persona que vea
con el pecho mordido,
mordido por la muela cariada de la miseria.

Las calaveras de esta historia,
a veces, me escupen gusanos
y sangre seca, coagulada
en el rostro sonrojado de la vergüenza.

Si me oyes



I

Si me oyes,
si desde algún lugar puedes oírme
y no es mucho pedir,
escucha:
              te lloré
pero el tiempo pasó, ha pasado
como un pañuelo por mis ojos.
Ya soy capaz de escribirte el poema.
Es como llevarte flores
y hacerte compañía, hacernos compañía un rato.

Rosas, claveles, nomeolvides, violetas, crisantemos...
(El ramo debería ser igual que tú de generoso).






II

Si me oyes,
si no es una quimera que me oigas,
deja que vuelva atrás por un momento.

Soy de nuevo un bebé tranquilo
y en tus manos, pequeñas y robustas,
miro a mi alrededor 
con el asombro propio de mi edad.
No sé lo que es la vida,
no lo sé pero te sonrío
y sonrío en señal de gratitud.

Me enseñarás a caminar, en el más amplio sentido,
y me serás leal como el tronco a la rama.
¿Cómo voy a negar, cuando te mueras,
la existencia del cielo?
A pulso te lo habrás ganado
en mis recuerdos.





III

Si me oyes, si más allá de tus cenizas me oyes, permíteme que comparta contigo algo singular que me sucede: desde que tu voz se ha convertido en el silencio (tu voz antaño acogedora y cálida como una sala con chimenea) me da la sensación de estar, cuando hablo contigo, hablando con Dios; y pienso entonces, lo estoy pensando ahora, en la idea de un Dios personal, imaginándolo idéntico a ti: un Dios que fuese bajito, cascarrabias, simpático, sufrido, tierno, buena gente; un Dios, en fin, en el que incluso el más escéptico podría creer.





IV

Si me oyes,
si maltrecho siquiera el poema te alcanza,
me gustaría hacerte una pregunta
(por supuesto retórica):

¿A que fuerzas oscuras has persuadido,
con tu pico de oro,
para que sigamos enteros?

Partidos por la mitad
tendríamos que encontrarnos, por lógica,
quienes tanto te quisimos.
Partidos por la mitad:
mitad esposa, mitad viuda,
mitad hijos, mitad huérfanos.





V

Si me oyes, si el halcón mensajero de mi voz te entrega estas palabras y las miras no digo ya con aquellos tus ojos grises como días azules o azules como días grises –nunca supe, perdóname, exactamente cómo eran– sino, al menos, con unos ojos nuevos y gloriosos, gloriosos, gloriosos, mándame una señal, por favor te lo pido, mándame una señal. Por ejemplo: haz que se publiquen en deliciosa edición, la que tú te mereces, y me llene de fe, de inquebrantable fe leyéndolas.





VI

Si me oyes,
si nada ni nadie nos impide el diálogo,
decirte que me calo en ocasiones tu sombrero
(uno de tu modesta colección)
no porque te eche en falta
sino porque me gusta, simplemente,
y noto que con él camino con gran swing.

Me impresiona, por cierto, la imagen que conserva:
tú quitándotelo,
como el perfecto caballero que eras,
al entrar en la muerte.





VII

Si me oyes,
si aunque sea sin ti me oyes,
el poema es un éxito
absoluto.
               Pero si no me oyes,
si hay un jardín absurdo en su sonido,
cómo pese al fracaso no seguir
de tarde en tarde hablando, tan por dentro,
contigo. Yo a ti sí que te oigo.
No sólo en la memoria o en la sangre
o en algún rasgo nuestro o en tus huellas:
te oigo
           –tu silencio 
me sabe como a música–
en lo esencial que me dejaste aquí,
                                                     en este amor
tan grande y puro,
en lo que te has quedado a ser:

el único superviviente, padre mío, de este mundo.



In memoriam E.G. 
(1953-2018)