Mostrando entradas con la etiqueta Poemas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Poemas. Mostrar todas las entradas

viernes

Poema

 
FÁBULA 

Este era el poema de un hombre que escuchando a unos pájaros se quedaba sin palabras pero con una música.

Pasaron semanas y semanas.

Este es el poema de un pájaro que escuchando a unos hombres ha perdido el canto.

Pasarán, están pasando, semanas y semanas.

Este será el poema de un hombre que tras un largo silencio, escuchando a un pájaro que había dejado de cantar, pronunciará unas palabras definitivas.


Poema

 
PESCA

Me siento a pescar joyas
en la página blanca.

¿Sacaré alguna hoy
que sea valiosa mañana?

Por ahora, la esencial:
esta paciencia intacta.


Poema

 
PAJARITO 

Todavía amanece;
poco más hace falta,
corazón mío, para andar alegre.


Poema

 
SUEÑO RARO 

Tengo enchufe en las altas esferas: me han nombrado ayudante de las nubes. En torno a mi garita merodea un grupo de curiosos. Nadie sabe qué hago... Ni yo mismo lo sé. Simulando ocuparme de sesudos informes, tramito ideas, inútiles pero bellas, bellísimas ideas. De pronto, rostros amigos que me advierten: «teme a la envidia, teme a la envidia».


Poema

 
NOCHE DE SEPTIEMBRE 

Atento al canto de un grillo considerando que quizá sea el latido acompasado de esta noche, me veo incapaz, incapaz, incapaz de abrir la boca. No por pasmo, sino por prudencia: juraría que es en mis labios donde se encuentra ese artrópodo.


Poema

 
EL AMOR Y LA MAGIA 

Algún momento luminoso 
mi amiga se convierte en cervatilla
y yo en rosal.
                         En esto
se vuelve todo muy sencillo:
ella me entrega su ternura
acercando el hocico a mí 
y yo le correspondo gustoso
floreciendo de inmediato.


Poema

 
SONIDO Y SENTIDO 

Suena a violín defectuoso 
tocado por un aprendiz 
esta noche el amor, que ya se sabe
está en el aire.
                            Suena mal,
qué le vamos a hacer.
Pero así es el encanto.
Si sonase perfecto siempre,
el amor sería odioso.


Poema

 
CINE REALISTA

Siempre que miro al mar,
el mar hace de mar
y yo de hombre que lo mira.

Hoy nuestra química traspasó la pantalla.
Él se pintó gaviotas y un gran barco
allá en el horizonte 
y yo me sumí en un nostálgico ensueño
cuyo espejo fue mi gesto contenido.

La mansa caída de la tarde,
hermosa protagonista absoluta,
ayudó lo suyo.


Poema

 
INTERIOR, TARDE

Genuinamente 
la tarde le sonríe,
llena el cuarto de luz,
le facilita la labor
ahora que cose, luminosa también,
sentada junto a la ventana.

Llama a la puerta el pensamiento,
tantas veces oscuro
vendedor de vaguedades.
                                                Abro y digo:
«no, gracias, buenas tardes». Y cierro con la grata
sensación de que todo, pese a todo, es como debe ser.


Poema

 
EL POETA SE VIENE ARRIBA 

¡Qué dicha entrar en esta
casa que se me entrega, cual amante solícita,
con todos sus enseres!
                                          ¡Y qué dicha
notar, en plena calle,
que jamás he salido, que es la vida mi casa
y que Dios es la vida!


Poema

 
EL SAPO 

Escuchar al político 
me puso de los nervios.
Escuchar luego al sapo
me curó.
Su monótono canto
me curó.
Invocando a la madre
del cielo me curó.
El sapo es buen orante,
ya lo creo.
Orante acaso un tanto
contrahecho,
pero qué más dará,
qué más dará 
después de viejos
la apariencia.


Poema

 
DE PASEO 

Cojo una piedra y pienso:
yo soy más duro,
yo soy mucho más duro
porque soporto el sentimiento.

Pero la guardo en el bolsillo 
y la voy acariciando.
En el fondo es muy tierna la criatura.

Poema

 
HABLANDO DE LA MUERTE CON UN NIÑO

Como un caballo el corazón 
tira del carro y tira
y tira y tira
hasta que un día se libera
y se va galopando por lo eterno
mientras aquí te lloran 
unas pocas personas que de verdad te quieren.


Poema

 
ORDEN

Para un momento, río,
para un momento,
que quien nunca se para
va como ciego.

Respira un poco...
Ni el mar te mete prisa:
sin ti ya es hondo.


Poema

 

MC 10:15

Hay que ver hay que ver
el Robin Hood del tiempo 
lo lejos que escapó 
con mi antigua inocencia.

Y hay que ver
qué grande es el Señor
qué providente 
cómo se las arregla 
para que uno reciba
como un niño
todavía su reino.


Poema

A mi madre



No pocos muertos viven
en las fotografías, por lo menos 
en las fotografías,
esa clase de islas misteriosas 
alejadas del ruido.
                                   Sí, papá 
también.
                  Míralo ahí,
tan joven, jovencísimo, junto al Seat 600,
posando para ti cerca del mar.
No se mueve ni un pelo. No se cansa
de esperar y esperar y seguir esperando 
por el clic.
                      Ahora es tan paciente.
Para volver contigo al coche
tiene toda la eternidad.

Poema


A Carmen



He vuelto a enamorarme de la luz
como un pintor adolescente.
Y no sé cómo sé, de pronto,
que donde digo luz digo tu nombre.




lunes

Día lúdico


Este poema en cuatro secciones acaba de salir en Cuenca, en una muy elegante colección de mínimas plaquettes literario-plásticas. Casi imposibles de conseguir, pues de cada una se imprimen veinticinco ejemplares y hay veinte personas suscritas a la colección.

*

DÍA LÚDICO 


Jugador 1: Quiero y no puedo

Este día tan claro,
este vaso de luz
se me ha subido a la cabeza.

Cuánto quisiera, belleza del mundo,
celebrarte con un canto de borracho,
dejar que por tu cielo vuele
como bandada de pájaros mi voz.

Pero el canto, ay, no viene:
viene un silencio enorme
en forma de zapato oscuro, aplastante.


Jugador 2: Puedo y no quiero

Este día tan ingenuo,
este animal ajeno al artificio
me vuelve niño a ratos.

Yo podría, bondad del mundo,
creer que en ti se esconde
con cara de bruja la muerte.
Prefiero sin embargo ver
lo que estoy viendo:
los niños, mientras somos niños,
somos eternos.


Jugador 3: Ni puedo ni quiero

Este día tan alegre,
este cuadro colorista
me retrata levemente melancólico.

Yo no sé, verdad del mundo,
vivir sin corazón,
sin pensar,
sin escuchar allá a lo lejos,
allá..., allá..., violines que no existen.
Ni sé ni quiero saber: sería aún más triste.


Jugador 4: Quiero y puedo

Este día tan espléndido,
este repartidor de nadas
me ha traído una rosa.

Quiero, mundo, ofrecerte una página
digna de la verdad, de la bondad,
de la belleza que te queda.
                                                  Puedo
con tu ayuda lograr
que de la rosa permanezca en ella
al menos el recuerdo de su aroma.






Si me oyes



I

Si me oyes,
si desde algún lugar puedes oírme
y no es mucho pedir,
escucha:
              te lloré
pero el tiempo pasó, ha pasado
como un pañuelo por mis ojos.
Ya soy capaz de escribirte el poema.
Es como llevarte flores
y hacerte compañía, hacernos compañía un rato.

Rosas, claveles, nomeolvides, violetas, crisantemos...
(El ramo debería ser igual que tú de generoso).






II

Si me oyes,
si no es una quimera que me oigas,
deja que vuelva atrás por un momento.

Soy de nuevo un bebé tranquilo
y en tus manos, pequeñas y robustas,
miro a mi alrededor 
con el asombro propio de mi edad.
No sé lo que es la vida,
no lo sé pero te sonrío
y sonrío en señal de gratitud.

Me enseñarás a caminar, en el más amplio sentido,
y me serás leal como el tronco a la rama.
¿Cómo voy a negar, cuando te mueras,
la existencia del cielo?
A pulso te lo habrás ganado
en mis recuerdos.





III

Si me oyes, si más allá de tus cenizas me oyes, permíteme que comparta contigo algo singular que me sucede: desde que tu voz se ha convertido en el silencio (tu voz antaño acogedora y cálida como una sala con chimenea) me da la sensación de estar, cuando hablo contigo, hablando con Dios; y pienso entonces, lo estoy pensando ahora, en la idea de un Dios personal, imaginándolo idéntico a ti: un Dios que fuese bajito, cascarrabias, simpático, sufrido, tierno, buena gente; un Dios, en fin, en el que incluso el más escéptico podría creer.





IV

Si me oyes,
si maltrecho siquiera el poema te alcanza,
me gustaría hacerte una pregunta
(por supuesto retórica):

¿A que fuerzas oscuras has persuadido,
con tu pico de oro,
para que sigamos enteros?

Partidos por la mitad
tendríamos que encontrarnos, por lógica,
quienes tanto te quisimos.
Partidos por la mitad:
mitad esposa, mitad viuda,
mitad hijos, mitad huérfanos.





V

Si me oyes, si el halcón mensajero de mi voz te entrega estas palabras y las miras no digo ya con aquellos tus ojos grises como días azules o azules como días grises –nunca supe, perdóname, exactamente cómo eran– sino, al menos, con unos ojos nuevos y gloriosos, gloriosos, gloriosos, mándame una señal, por favor te lo pido, mándame una señal. Por ejemplo: haz que se publiquen en deliciosa edición, la que tú te mereces, y me llene de fe, de inquebrantable fe leyéndolas.





VI

Si me oyes,
si nada ni nadie nos impide el diálogo,
decirte que me calo en ocasiones tu sombrero
(uno de tu modesta colección)
no porque te eche en falta
sino porque me gusta, simplemente,
y noto que con él camino con gran swing.

Me impresiona, por cierto, la imagen que conserva:
tú quitándotelo,
como el perfecto caballero que eras,
al entrar en la muerte.





VII

Si me oyes,
si aunque sea sin ti me oyes,
el poema es un éxito
absoluto.
               Pero si no me oyes,
si hay un jardín absurdo en su sonido,
cómo pese al fracaso no seguir
de tarde en tarde hablando, tan por dentro,
contigo. Yo a ti sí que te oigo.
No sólo en la memoria o en la sangre
o en algún rasgo nuestro o en tus huellas:
te oigo
           –tu silencio 
me sabe como a música–
en lo esencial que me dejaste aquí,
                                                     en este amor
tan grande y puro,
en lo que te has quedado a ser:

el único superviviente, padre mío, de este mundo.



In memoriam E.G. 
(1953-2018)