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Asómate a mis ansias y sácalas de espinas.
A veces ansia sola, la existencia se pierde
entre rocas de ansia, en donde el pie no acierta
a hallar rastros de gozo, ni la cabeza sitio
adonde vengan alas de sueños a aliviarla,
y entonces, blandamente, lo mismo que una mano
tu mirada resuelve, sencilla como un niño,
en flores de sosiego, los retoños pendientes,
y alegra el pie el camino, y la mirada el cielo,
y llama la alegría y responde la vida,
igual que una gacela al rumor en el bosque.