El ángel que tres años me estuvo guardando
ascendió entre rayos y fuego,
mas sigo esperando el día más feliz
cuando él regrese a mí.
Las mejillas, hundidas, desangrada la boca:
quedó desconocida mi cara.
Ya no soy aquella belleza que un día
lo llegó a turbar con su canto.
Recuerdo lo que al despedirse me dijo,
y en la tierra nada me asusta.
Cuando entre, me inclinaré a sus pies,
yo, que apenas le daba un saludo.
[Traducción de Tatiana Bubnova]