HIPPIES EN BERKELEY
La cantería de la torre sube
con fe de sus cimientos.
El horizonte es vegetal. Vencidos
en desmayo de sombra están los cuerpos
que desean caer. Un clarinete
les ata por los nervios
y un aroma de hierba les transporta
donde ya no hay preguntas.
El acero
con cristal y la más ardiente puja
de la vida no sirven; quedan presos
en párpados que son como paréntesis.
Algo cruje y acaba. Está queriendo
y sin querer. Es ávido y saciado.
Es cólera y desprecio.
Es sangrado desdén. Como si el mundo
de la promesa remontase un vuelo
vertiginoso y la conciencia fuera
su ceniza de sueño.