domingo

Poema de Mark Strand


NO SE PODÍA HACER NADA

El dolor estaba en todas partes. La gente, en las esquinas de las calles, rompía a llorar repentinamente. No podían evitarlo. En oscuros apartamentos, en coches estacionados, en mesas al borde de las carreteras, la gente lloraba. El perro junto a su dueño, el gato en el alféizar, también lloraban. El rey y la reina habían muerto, y también el príncipe, el presidente de la república y las estrellas de la gran pantalla. Todo el mundo lloraba. Y el llanto seguía y seguía sin poder detenerse.


[Traducción de Julio Trujillo]