LOS VENCEJOS
Hay un pasaje en Macbeth donde Banquo,
al llegar al castillo de Inverness,
pondera el aire fino
en que habita el vencejo.
Finaliza la tarde y mira al pájaro
volar ante los muros del castillo.
Regresa victorioso de la guerra
cuando, por un minuto, se detiene
a contemplar al huésped del verano.
Pasa el grito veloz
efímero en el aire.
Le recuerda otro tiempo,
cuando podía a solas
perderse un día entero, ver, oír
sin buscar nada más que el propio día.
Es hermoso el castillo con la vida
en torno rodeándolo,
y éste el único instante
en que, en mitad de su turbión, parezca
llegar a detenerse.
Lo demás,
tras los muros, será sólo mentira,
la ambiciosa doblez de todos, Macbeth,
Banquo, los otros nombres.