DEL SILENCIO
Verano pleno, pero sin cigarras.
¿Adónde fuisteis, que no regresáis?
No tardéis más, pues con vuestro silencio
nuestra vida se apaga.
Necesitamos vuestro dulce ritmo,
necesitamos vuestra melodía
y en ella oír crujir el temblor de las hojas,
el tiempo de la luz,
esa música vuestra en la que arde
la lúcida consciencia del ser y del no ser.
Y cuando vuestro son regrese por los montes,
nos dejará en los labios
el más claro mensaje de quietud:
«Vivos estáis aún
y vivos estaréis
por siempre y para siempre
los que habéis escuchado mi música,
los que habéis escuchado la música».