DRAGÓN
Abrid del todo las sordas compuertas
y que salga. Abridle, y que la nieve
regale mansamente. Y que los claros ríos
con todos sus cristales destellen como soles
y se comben los juncos de la orilla
ante la acometida, que al principio fuese
caudal de lava desde la fiereza
del alto promontorio de las fauces
y, al fin, diera en regato, en agua mansa,
en fuga elemental, en aire, en puro gozo.