Juan de la Cruz, madrecito,
alma de sonrisa seria,
que sigues tu senderito
por tinieblas de miseria,
de la mano suave y fuerte
de tu padraza Teresa,
la que corteja la muerte;
la vida ¡cómo te pesa!
Marchas por la noche oscura,
te va guiando la brisa.
Te quitas de toda hechura,
te basta con la sonrisa.
De Dios el silencio santo,
colmo de noche sin luna,
vas llenando con tu canto,
para Dios canto de cuna.
Madrecito de esperanza,
nuestra desesperación
gracias a tu canto alcanza
a adormecer la razón.