LA LLUVIA
La lluvia es un sonido metafísico;
me lleva a una historia sin historia,
el repicar –presente en las ventanas–
de piedras que me arrojan niños huérfanos.
Limpia la calle el agua, y en las casas
desvela trampantojos hogareños,
y hay un olor a hollín en la terraza
donde jugaba cuando era pequeño.
La lluvia es una nana tartamuda
que cantan los arcángeles mimosos,
tal si fuera un bautizo colectivo.
Y si moja las páginas del libro
que lee en el parque una doncella,
ésta puede olvidar su trama lógica
con la forma que incita al retrato
del joven sin memoria que la busca.