sábado

Poema

 

INTERIOR, TARDE

 

Genuinamente
la tarde le sonríe,
llena el cuarto de luz,
le facilita la labor
ahora que cose, luminosa también,
sentada junto a la ventana.

 

Llama a la puerta el pensamiento,
tantas veces oscuro
vendedor de vaguedades. 
                                      Abro y digo:
«no, gracias, buenas tardes». Y cierro con la grata
sensación de que todo, pese a todo, es como debe ser.