Caribe
Como un animal agradecido y tierno
la mulata sonríe sin cesar:
le divide su oscuro rostro la alegría.
No sabe a quién, no sabe bien por qué.
Quizá porque está viva y ha comido y hace mucho calor
y tiene un traje nuevo
y fruta bastante madura que ofrecer
y esta semana le regalaron algo
y hay un hombre, frente a ella,
que la acariciará
y a quien ella podrá ofrecer
su dadivoso cuerpo.
No le apasionará probablemente,
pero se regocijará pensando
que alguien con ella se siente vivo y olvida las fatigas
y se estremece y grita de placer.
Es su cuerpo lo único que tiene,
lo único que puede conceder con largueza
como esa fruta madura de su bolsa.
Algo para morder y devorar,
algo que llene la boca de alguien
y se le derrame, dulce, luego desde su boca
igual que la sonrisa por esta cara oscura
tan natural y antigua como el mundo.
¿Por qué no aprendes de ella?