AVES ACUÁTICAS
Observadas frecuentemente sobre los lagos de Rydal y Grasmere
Ved cómo los plumosos habitantes del agua,
con tal gracia al moverse, que apenas se diría
inferior a la angélica, prolongan
su curioso placer. Describen en el aire
(y a veces con volar osado, que se cierne
hasta las mismas cumbres),
un círculo más amplio que el lago, allá en lo hondo,
su dominio; y en tanto que se aplican
a trazar, una vez y otra vez, el gran círculo,
su jubilosa actividad describe
centenares de curvas y círculos menudos,
ora abajo, ora arriba, en avance intrincado,
pero seguro, como si guiase un espíritu
su vuelo infatigable. Ya el juego terminó:
así lo imaginé diez o más veces;
pero, mira: la banda, desvanecida ya,
vuelve a ascender. Se acercan. Rumorean sus alas,
leves al pronto, y luego su enérgico batir
pasa a mi vera y vuelve a oírse el rumor leve.
Al sol invitan, para que juegue con sus plumas,
y al agua o bien al hielo chispeante,
que les muestren su bella imagen. Ellos mismos,
sus bellas formas son en el luciente llano,
con colores más suaves y hermosos, cuando bajan,
casi rozándole... Y luego alzan el vuelo
de nuevo, con un súbito empuje presuroso,
como si hicieran burla del lago y del reposo.
[Traducción de Marià Manent y Juan G. de Luaces]