domingo

Poema

 
EL POETA SE VIENE ABAJO

La luciérnaga brilla
sin que nadie la envidie.
Eso sí que es talento
y no lo mío, que si salgo
airoso del poema alguna tarde
todo son ninguneos
y ásperos homenajes y rabietas
de poetas con alma de melón 
y mala baba.
                        Feo,
como Caín, es este asunto.
Alguno me desea una desgracia 
con tal de que no cante nunca más.

Triste y hastiado, triste
y hastiado, triste y hastiado
dejo
         –qué remedio–
que mi llanto callado cruce el bosque.