sábado

Habla la Fortuna

 
–Mirá, los sabios son pocos, no hay cuatro en una ciudad; ¡qué digo cuatro!, ni dos en todo un reino. Los ignorantes son los muchos, los necios son los infinitos; y así, el que los tuviere a ellos de su parte, ésse será señor de un mundo entero.




viernes

Poema de Javier García Rodríguez

 
MEMORIA

Por entonces,
el mundo se extendía
no más allá del muro
que cerraba la calle.
La tapia, le decíamos,
con el nombre cercano
que damos a lo nuestro.
La tiraron un día
para hacer nuevos pisos
de ascensor y garaje.
Detrás no había más mundo.
Y la ilusión prevista
por un lugar distinto
quedó en sombra y en polvo.
Así la vida toda:
ir derribando muros
que caen sobre la infancia.




lunes

Poema de César Vallejo

 
Forajido tormento, entra, sal
por un mismo forado cuadrangular.
Duda. El balance punza y punza
hasta las cachas.

A veces doyme contra todas las contras,
y por ratos soy el alto más negro de los ápices
en la fatalidad de la Armonía.
Entonces las ojeras se irritan divinamente,
y solloza la sierra del alma,
se violentan oxígenos de buena voluntad,
arde cuanto no arde y hasta
el dolor dobla el pico en risa.

Pero un día no podrás entrar
ni salir, con el puñado de tierra
que te echaré a los ojos, forajido!




domingo

Collage con poema en prosa de José Luis Jover

 


Al anochecer, en los parques ya sin nadie del otoño avanzado, a veces, en su deambular, se acerca hasta la débil luz de una farola, envuelto en su vieja gabardina, el amistoso fantasma, triste y feo, de la melancolía.





Poema de Ángel González

 
POR RARO QUE PAREZCA

Me hice ilusiones.
No sé con qué, pero las hice a mi medida.
Debió de haber sido con materiales muy poco consistentes.




sábado

Xirandiya

 
Si se va la palomba
ella volverá,
que dexó los pichones
a mediu criar.

Nun se va
la palomba, non,
nun se va,
que la traigo yo.



Poema de Ovidio

 
APARENTA QUE MANDA ELLA

Pero lo que has de hacer por tu cuenta y lo estimas útil,
procura que tu amiga eso siempre te lo pida.
Se ha prometido la libertad a alguno de los tuyos:
pues procura que ése la pida a tu dueña.
Si perdonas el castigo a un esclavo, si le libras de crueles cadenas,
lo que ibas a hacer, que ella te lo deba a ti.
Sea tuyo el provecho, regálale la gloria a tu amiga:
tú no pierdes nada, represente ella el papel de poderosa.


[Traducción de Antonio Ramírez de Verger]



Sobre la reconciliación amorosa

 



viernes

De donde no hay no se puede sacar

 
«No por darle cacao a la vaca ordeñarás chocolate».

[Traducción de Elzbieta Bortkiewicz y Abraham Gragera]




martes

Cuento de Augusto Monterroso

 
Vaca

Cuando iba el otro día en el tren me erguí de pronto feliz sobre mis dos patas y empecé a manotear de alegría y a invitar a todos a ver el paisaje y a contemplar el crepúsculo que estaba de lo más bien. Las mujeres y los niños y unos señores que detuvieron su conversación me miraban sorprendidos y se reían de mí, pero cuando me senté otra vez silencioso no podían imaginar que yo acababa de ver alejarse lentamente a la orilla del camino una vaca muerta muertita sin quien la enterrara ni quien le editara sus obras completas ni quien le dijera un sentido y lloroso discurso por lo buena que había sido y por todos los chorritos de humeante leche con que contribuyó a que la vida en general y el tren en particular siguieran su marcha.



lunes

Si me oyes



I

Si me oyes,
si desde algún lugar puedes oírme
y no es mucho pedir,
escucha:
              te lloré
pero el tiempo pasó, ha pasado
como un pañuelo por mis ojos.
Ya soy capaz de escribirte el poema.
Es como llevarte flores
y hacerte compañía, hacernos compañía un rato.

Rosas, claveles, nomeolvides, violetas, crisantemos...
(El ramo debería ser igual que tú de generoso).






II

Si me oyes,
si no es una quimera que me oigas,
deja que vuelva atrás por un momento.

Soy de nuevo un bebé tranquilo
y en tus manos, pequeñas y robustas,
miro a mi alrededor 
con el asombro propio de mi edad.
No sé lo que es la vida,
no lo sé pero te sonrío
y sonrío en señal de gratitud.

Me enseñarás a caminar, en el más amplio sentido,
y me serás leal como el tronco a la rama.
¿Cómo voy a negar, cuando te mueras,
la existencia del cielo?
A pulso te lo habrás ganado
en mis recuerdos.





III

Si me oyes, si más allá de tus cenizas me oyes, permíteme que comparta contigo algo singular que me sucede: desde que tu voz se ha convertido en el silencio (tu voz antaño acogedora y cálida como una sala con chimenea) me da la sensación de estar, cuando hablo contigo, hablando con Dios; y pienso entonces, lo estoy pensando ahora, en la idea de un Dios personal, imaginándolo idéntico a ti: un Dios que fuese bajito, cascarrabias, simpático, sufrido, tierno, buena gente; un Dios, en fin, en el que incluso el más escéptico podría creer.





IV

Si me oyes,
si maltrecho siquiera el poema te alcanza,
me gustaría hacerte una pregunta
(por supuesto retórica):

¿A que fuerzas oscuras has persuadido,
con tu pico de oro,
para que sigamos enteros?

Partidos por la mitad
tendríamos que encontrarnos, por lógica,
quienes tanto te quisimos.
Partidos por la mitad:
mitad esposa, mitad viuda,
mitad hijos, mitad huérfanos.





V

Si me oyes, si el halcón mensajero de mi voz te entrega estas palabras y las miras no digo ya con aquellos tus ojos grises como días azules o azules como días grises –nunca supe, perdóname, exactamente cómo eran– sino, al menos, con unos ojos nuevos y gloriosos, gloriosos, gloriosos, mándame una señal, por favor te lo pido, mándame una señal. Por ejemplo: haz que se publiquen en deliciosa edición, la que tú te mereces, y me llene de fe, de inquebrantable fe leyéndolas.





VI

Si me oyes,
si nada ni nadie nos impide el diálogo,
decirte que me calo en ocasiones tu sombrero
(uno de tu modesta colección)
no porque te eche en falta
sino porque me gusta, simplemente,
y noto que con él camino con gran swing.

Me impresiona, por cierto, la imagen que conserva:
tú quitándotelo,
como el perfecto caballero que eras,
al entrar en la muerte.





VII

Si me oyes,
si aunque sea sin ti me oyes,
el poema es un éxito
absoluto.
               Pero si no me oyes,
si hay un jardín absurdo en su sonido,
cómo pese al fracaso no seguir
de tarde en tarde hablando, tan por dentro,
contigo. Yo a ti sí que te oigo.
No sólo en la memoria o en la sangre
o en algún rasgo nuestro o en tus huellas:
te oigo
           –tu silencio 
me sabe como a música–
en lo esencial que me dejaste aquí,
                                                     en este amor
tan grande y puro,
en lo que te has quedado a ser:

el único superviviente, padre mío, de este mundo.



In memoriam E.G. 
(1953-2018)





domingo

¡Voilà!


«De un saco vacío saco el vacío».




Poema de José Ángel Valente

 
Tu imagen melancólica
en el cristal tan tenue
borrada por la lluvia
es la imagen de un niño
que aún se asoma a su adentro
buscando a tientas la quebrada imagen
de lo que quiso ser.

                                                                         (Retorno)




jueves

Cita

 
«Una cita con una reina vale al menos el tener que aguardar».

[Del cuento El retrato encantado. Traducción de José Antonio Millán Alba]




Lectura de un poema veraniego

 



miércoles

Lección de Wallace Stevens

 
Ten en cuenta: I. Que el mundo entero es materia para la poesía; II. Que no existe ninguna materia específicamente poética.

[Traducción de Marcelo Cohen]




Advierte Gracián

 
80. Atención al informarse. Vívese lo más de información. Es lo menos lo que vemos; vivimos de fe ajena. Es el oído la puerta de la verdad y principal de la mentira. La verdad ordinariamente se ve, extravagantemente se oye; raras veces llega en su elemento puro, y menos cuando viene de lejos; siempre trae algo de mixta, de los afectos por donde pasa; tiñe de sus colores la pasión cuanto toca, ya odiosa, ya favorable. Tira siempre a impresionar: gran cuenta con quien alaba, mayor con quien vitupera. Es menester toda la atención en este punto para descubrir la intención en el que tercia, conociendo de antemano de qué pie se movió. Sea la refleja contraste de lo falto y de lo falso.




martes

Del cancionero anónimo

 
Pues se pone el sol,
palomita blanca,
vuela y dile a mis ojos
que por qué se tarda.



¿De dónde sino del amor?

 

«En el retablo tan rico de la vida del niño no hay cuadro más dulce y santificado que el de la madre que narra un cuento, en cuyas rodillas se reclina una cabeza con ojos llenos de profundo asombro. ¿De dónde obtienen las madres este arte poderoso y alegre, esta alma tan creadora, sus portentosas mañas de narradora?»

[De Hermann Lauscher. Traducción de Víctor Scholz]



sábado

Poema de San Juan de la Cruz

 
Tras de un amoroso lance,
y no de esperanza falto,
volé tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.

Para que yo alcance diese
a aqueste lance divino,
tanto volar me convino
que de vista me perdiese;
y con todo, en este trance,
en el vuelo quedé falto;
mas el amor fue tan alto,
que le di a la caza alcance.

Cuando más alto subía,
deslumbróseme la vista,
y la más fuerte conquista
en oscuro se hacía,
más por ser de amor el lance
di un ciego y oscuro salto,
y fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.

Cuanto más alto llegaba
de este lance tan subido,
tanto más bajo y rendido
y abatido me hallaba.
Dije: "no habrá quien alcance",
y abatíme tanto, tanto,
que fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.

Por una extraña manera,
mil vuelos pasé de un vuelo,
porque esperanza del cielo
tanto alcanza cuando espera;
esperé sólo este lance,
y en esperar no fui falto,
pues fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.




Haiku de Jack Kerouac

 
La luna tuvo
            un bigote de gato
durante un segundo.

[Traducción de M. Antolín Rato]




Poema de Antonio Machado

 
NOCHE DE VERANO

Es una hermosa noche de verano.
Tienen las altas casas
abiertos los balcones
del viejo pueblo a la anchurosa plaza.
En el amplio rectángulo desierto,
bancos de piedra, evónimos y acacias
simétricos dibujan
sus negras sombras en la arena blanca.
En el cenit, la luna, y en la torre,
la esfera del reloj iluminada.
Yo en este viejo pueblo paseando
solo, como un fantasma.




Poema de Muhammad al-Fayturi

 

Voz de África

¿Esta es tu voz acaso?
Casi puedo tocarla,
casi verla.
Casi puedo aspirar entre sus ramos
el olor de la tierra
y el sudor de las frentes:
oír, en su vibrar,
el discurrir del Congo caudaloso.

Es, África, tu voz.
Tu voz, que me sacude
lo mismo que un ciclón.
Tu voz, de eco dorado,
apasionada,
hirviendo como sangre,
revolución de labios apretados.
Tu amada voz,
destello de unos ojos
que comprimen la vida y el deseo.
Tu amada voz,
que, con los pies desnudos, 
tumbas les va cavando a los invasores.
Tu amada voz... Mi voz.
Tu voz,
África mía.
Tu voz,
¡oh voz de Dios!


[Traducción de Pedro Martínez Montávez, con la colaboración de Carmen Ruiz Bravo y Rosa-Isabel Martínez Lillo]




Rubayat de Omar Jayyam

 
Más que cien corazones y religiones vale una copa de vino,
un trago es más que el país de China.
En este mundo, excepto el vino tinto,
¿qué amargor se compara a mil dulces vidas?


[Traducción de Clara Janés y Ahmad Taherí]




Fragmento de Todavía más allá del otro océano (poema de Coelho Pacheco)

 
Los artistas de circo son superiores a mí
Porque saben dar saltos y saltos mortales a caballo
Y dan saltos sólo por darlos
Y si yo diera un salto tendría que saber por qué lo daba
Y no darlos me entristecería
Ellos no pueden decirnos cómo es que los dan
Pero saltan como sólo ellos saben saltar
Y nunca se preguntan a sí mismos si realmente saltan
Porque cuando yo veo algo
No sé si se da o no puedo saberlo
Sólo sé que para mí es como si sucediera porque lo veo
Pero no puedo saber si veo algo que no sucede
Y si lo viera tampoco podría suponer que sucedía


[Traducción de Francisco Cervantes]




domingo

Poema de T. S. Eliot

 
EL TRIUNFO DE LA GILIPOLLEZ

Señoras mías, a quienes mis atenciones tantas veces han servido
Si consideran que mis méritos son escasos
Desvaídos, alambicados,
Magnilocuentes, de mal gusto, fantásticos,
Monótonos, absurdos, estreñidos
Un galimatías impotente
Amanerados, acaso imitados,
Por el amor de Dios, metánselos por el culo.

Señoras mías, que juzgan mis intenciones ridículas
Terriblemente insípidas y horrorosamente torpes
Pomposas, pretenciosas, neciamente meticulosas
Desaboridas como masa de brioche mal cocida
Convulsos versículos ineptamente versiculares
A menudo, archisutiles: con frecuencia, groseros
Intentos de emociones que acaban siendo isiculares,
Por el amor de Dios, métanselos por el culo.

Señoras mías, que me creen indebidamente vociferante
Un amable cómico que hace sus gracias
Para que la gente diga: «esto está muy tieso para nosotros».
Un niño bueno que juega con los juguetes nuevos
Leones de juguete carnívoros, cañones humeantes
Máquinas vaporosas: todo esto pasará;
Qué inocente: «sólo quiere asustarnos».
Por el amor de Dios, métanselo por el culo.

Cuando con pie de plata camine usted
Entre teorías esparcidas por el suelo
Llévese mis buenas intenciones con todo lo demás
Y después, por el amor de Dios, métaselas por el culo.


[Traducción de Dámaso López García]




Poema de Yosano Akiko

 
MIS CANCIONES

Porque mis canciones son breves
la gente cree que atesoré palabras.
Nada he ahorrado en mis canciones.
No hay nada que pueda agregar.
Distinta de un pez, mi alma se desliza sin agallas.
Yo canto sobre un suspiro.


[Versión de Alberto Girri]




miércoles

Canto de los Wintu


Es por encima por donde tú y yo iremos;
a lo largo de la Vía Láctea, tú y yo iremos;
a lo largo de la pista florida, tú y yo iremos;
recogiendo flores a nuestro paso, tú y yo iremos.


[Traducción de Eva del Campo]



sábado

Poema de Vicente Gallego

 
VITALIDAD

             A mis padres, con plena gratitud

Campean por el parque
como viento en el viento los chiquillos.
Se ve que aún no le pesan
esas almas al mundo, y son sus pies
como cintas de luz
sobre las aguas trémulas de hierba.

Estos niños, jugando y entregándose
por entero a lo cierto, me han ganado.

¿No son mías sus alas,
no soy yo la mañana de ojos limpios?




viernes

Poema de A. S. Navarro (Emilio Alarcos)

 

Señor, señor, condenaste
al trabajo a nuestros padres,
unciste nuestros espíritus
a la tierra calcinada,
entretejiste sus fibras
en la urdimbre de la vida.
Señor, tú nos obligaste
a remover los paulares,
a hurgar en los entresijos
de la piedra, a zambullirnos
en las aguas temblorosas.
Pero yo quiero vagar,
abandonar el trabajo,
renegar tu ojo vigía,
hundirme sobre la nada,
la nada que no creaste,
y escuchar indiferente
tu creación, tus ordenanzas
y tu música.
......................................................

La composición quedó incompleta, a juzgar por los puntos suspensivos. Hay cierta rebelión tranquila y consciente contra lo establecido, cosa nada rara en un espíritu algo anárquico como el de N. Pero ahora veremos cómo el poeta no puede permanecer vacío en tal desolación y, en la imposibilidad de no encontrar un ente real que le apoye, busca en el recuerdo, y, cómo no, resurge, muy débil es cierto, la decididamente olvidada musa azul:




Poema de Vladimir Maïakovski

 
¡ESCUCHAD!

¡Escuchad!
Las estrellas están iluminadas.
¿Quiere decir esto
que le son necesarias a alguien,
que alguien desea su existencia,
que alguien está echando
margaritas a los puercos?
Arremetiendo
contra la tormenta y la polvareda,
llegó hasta Dios,
temiendo estar en retraso.
Lloró,
besó su mano nudosa,
imploró—
¡necesitaba una estrella!—,
juró
que no podía soportar un martirio sin estrella.
Después
paseo su angustia
fingiendo estar tranquilo.
Le dijo a uno:
«Ahora te sientes mejor, ¿verdad?
¿Ya no lloras?»
¡Escuchad!
Las estrellas están iluminadas—
¿Quiere decir que alguien
las necesita? ¿Quiere decir
que es indispensable
que todas las noches
por encima de los techos
brille al menos una estrella?


[Traducción de Federico Gorbea]




lunes

Poema de Juan Ramón Jiménez

 
CON TU PIEDRA

El cielo pesa lo mismo
que una cantera de piedra.
Sobre la piedra del mundo,
son de piedra las estrellas.

¡Esta enorme cargazón
de piedra encendida y yerta!
Piedras las estrellas, todas,
piedras, piedra, piedras, piedra.

Entre dos piedras camino,
me echo entre piedra y piedra;
piedras debajo del pecho
y encima de la cabeza.

Y si quiero levantarlas,
me hiere la piedra eterna;
si piso desesperado,
sangro en la piedra terrena.

¡Qué dolor de alma, piedra;
carne, qué dolor de piedra;
qué cárcel la noche, piedra
cercada y cerca de piedra!

Con tu piedra me amenazas,
destino de piedra y piedra.
Con tu piedra te daré
en tu corona de piedra.




Esparza de Jorge Manrique

 
Pensando, señora, en vos,
vi en el cielo una cometa:
es señal que manda Dios
que pierda miedo y cometa
a declarar el deseo
que mi voluntad desea,
porque jamás no me vea
vencido como me veo
en esta fuerte pelea
que yo conmigo peleo.




sábado

Quince aforismos

 
La historia es eminentemente novelesca, pero tiene lugar en la eternidad, que es puramente lírica.


Desengañarse de todo, sin desengañarse también del propio desengaño, es como quedarse en mitad de un túnel.


Se diría que en la pequeña pantalla muchos aparecen a tamaño real.


Las estrellas brillan sin causar molestias a nadie.


Acuso a las palabras que sobran de suplantar a las que faltan.


Lo bueno de no tener mucha cabeza es que cabes en más sitios.


La poesía es anterior a los poetas, como la luz a los espejos.


Mejor buscar virtudes al negado que defectos al virtuoso. Resulta más difícil, más apasionante... ¡A veces constituye todo un desafío!


De ciertas bajezas no procede vengarse sino volando alto.


Salvarse del olvido se antoja deseable, siempre y cuando no suponga condenarse al recuerdo.


La luz ilumina porque come mucha oscuridad.


La música manifiesta la belleza del silencio. Y no siempre por bella.


De amicitia: sólo con nuestros muertos más entrañables podemos estar callados, continuamente, en total confianza.


El aforismo detesta por igual al escritor gracioso y al profundo, porque uno le quita gracia y otro le vuelve superficial.


El ave fénix va tirando.